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20 feb

El cajón de mis secretos – Capítulo 5

Llorar por un ex con el que terminaste por cualquier razón, no es lo mismo que llorar por un ex que te fue infiel y acabó la relación entre las piernas de una mujer. El llanto para este último está más lleno de rabia y frustración. No obstante, cuando Clara estaba saliendo en el despacho legal con su vestido rojo, se prometió que esas lágrimas de rabia no caerían.

Desde ese día terrible, algo en ella se rompió completamente y su instinto más primitivo, ese que había mantenido bajo llave, salió a flote de pronto, convirtiéndola en alguien insaciable, incapaz de obtener suficiente placer. Y mientras caminaba calle abajo, pensado en lo mucho que necesitaba un polvo, permitió sentirse feliz de que por fin, le habían entregado el fallo judicial que determinaba el final del matrimonio. Había sido un proceso rápido gracias a que ambas partes estuvieron de acuerdo en divorciarse, vaya suerte…

Cuando Clara cruzó la avenida y tomó su camino la acera, de forma inconsciente sus ojos se dirigieron a un lujoso café y justo en la ventana estaba Adrián mirándola fijamente, con la sorpresa dibujada en sus ojos, inmediatamente Clara se quedó petrificada en la acera mirando a aquel estupendo hombre, que lucía aún más hermoso si era posible. Luego de unos segundos notó que estaba sentado frente a una mujer.

Aquello hizo que Clara retomara el paso acelerado por la acera, en su cabeza comenzaron a agolparse toda clase de pensamientos terribles: «¿Acaso soy la amante de Adrián? ¿Estoy haciéndole a esa mujer del café lo mismo que me hicieron a mí?».

Inmediatamente las lágrimas comenzaron a cubrir los bellos ojos de Clara y cuando llegó a una calle más vacía, sintió que alguien tomaba su brazo y la hacía girarse.

— ¿Estás bien? ̶—Preguntó Adrian respirando agitadamente —caminas muy rápido

—Aléjate de mí —exigió Clara soltando con un tirón del ligero agarre— y por dios, deja de engañar a esa pobre mujer con enfermeras.

—¿Qué? Ella es mi hermana mayor —contestó Adrian confundido.

Al escucharlo, Clara quiso que la tierra se la tragara y la escupiera en algún lugar lejano, al parecer el final de su matrimonio le había afectado el cerebro. Se disculpó un poco más calmada y le contó brevemente a Adrian la razón por la que había terminado su matrimonio y su temor de ser la amante de alguien.

—Quiero estar contigo— soltó Adrian de pronto, mirándola con algo que parecía acercarse al cariño sincero— quiero hacerte olvidar.

Y aunque el doctor no había hecho una pregunta, Clara asintió suavemente y se dejó guiar de la mano de Adrian, quien volvió al café y le presentó a su hermana brevemente antes de llevarla hasta su auto. En todo esto, Clara se sentía un poco ajena a lo que estaba sucediendo, hasta que se encontró entrando en una lujosa casa.

—¿Quieres entrar conmigo o quieres que te lleve a casa? —preguntó Adrian mirándola con atención.

—Quiero entrar contigo y quiero que me folles con la suficiente fuerza para hacer desaparecer mi cabeza — exigió Clara mirándolo fijamente.

La boca de él cayó sobre la de ella, pero no fue un beso exigente como Clara había esperado, fue suave y dulce, pidiendo permiso en vez de invadir, ligero como las alas de las mariposas que comenzaron a revolotear en el estómago de ella.

La guió hasta la habitación principal y frente a un espejo enorme, comenzó a desnudarla entre besos ligeros en el cuello, haciendo que Clara mirara su cuerpo todo el tiempo. La mano de Adrian se perdió entre las piernas de ella y comenzó a tocarla firmemente mientras susurraba cosas en su oído.

—Por favor, fóllame—suplicó Clara totalmente fuera de sí.

Con esto Adrian pareció perder el control y desnudándose ajustó sus caderas detrás de Clara, pareció detenerse una eternidad, antes de entrar en ella con un empuje firme. Clara sintió que perdía el equilibro al saborear la sensación caliente de ser uno con ese hombre increíble, pero Adrian la sostuvo firmemente y comenzó a follar ahí mismo, de pie frente al espejo.

La mano de Clara comenzó a trazar frenéticos círculos sobre su clítoris, mientras Adrian aumentaba el ritmo poco a poco. Bastaron algunos empujes para que ella se corriera con un grito ahogado de sorpresa y Adrian empujó un poco más antes de salirse y correrse sobre la pierna de Clara.

̶ Lo siento mucho ̶ dijo Adrian avergonzado de haber acabado en la pierna de Clara.

Pero a ella no le importó en absoluto, pues entre aquella bruma de felicidad nada malo venía a su cabeza.

 

Continuará…

0 Comments 20 febrero, 2020

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